La galera para Tierra Media.

Galera

Aquel salir y entrar en las galeras,
el caer en la aguas y en el fuego,
las bravas muertes de cien mil maneras,
las furias y el mortal desasosiego,
el batir y enarbolar banderas,
el matar y pagar la muerte luego.
Cristóbal de Virués.

La galera, hermosa joya de la navegación que jalonó nuestro Mediterráneo y lo cubrió de gloria; que cubrió de gloria, junto a su sufrida dotación, a muchos de los reinos de la época, queremos ahora adaptarla a la Tierra Media de Rolemaster.

Partes de una galera

1-Estructura de una galera.

La estructura del casco de las galeras tenía un espolón en proa, empleado para romper la palamenta del contrario y para afirmar el aparejo del trinquete. Con objeto de despejar el campo de tiro de la artillería de la corulla, el espolón es casi horizontal y al nivel de la tamboreta, cubierta de la parte de proa delante de la corulla, desde donde se cargaban las piezas y se realizaban las maniobras de fondeo.

La corulla era una estructura cerrada, que ocupaba toda la manga de la cámara de boga desde la cuál se disparaba la artillería. El techo de la corulla se denominaba arrumbada y lo empleaba la infantería en combate como bastión.

La cámara de boga se extendía desde la corulla hasta la espalda. Su manga sobresalía del casco de la galera y estaba cruzada, de proa a popa, por una especie de pasillo, la crujía, que, elevado un metro sobre dicha cámara, servía para la vigilancia de la boga. En ambas bandas de la cámara existía un pasillo, el corredor, sobre el cuál se movían los remos, pero que se utilizaba como lugar de descanso y de combate por la guarnición. Sobre la cámara se afirmaban los bancos de los remeros, que no estaban perpendiculares al costado, sino que tenían una ligera inclinación hacia popa.

Partes de una galera

La espalda se encontraba a continuación, con la misma manga y al nivel de la crujía. Desde aquí la cubierta comenzaba un pronunciado arrufo, permitiendo de esta manera, dominar toda la cubierta de la galera. En los costados de la espalda, aprovechando que sobresalía un poco, a cada banda, se encontraban las escalas de embarque.

Seguía a la espalda la carroza, especie de estructura semejante a un toldo de carro donde se alojaban los oficiales. Terminada la carroza, la popa se extendía por fuera, formando la timonera, desde donde se manejaba el timón.

2-Dotación de una galera.

Someramente, se podía dividir en dos grandes grupos: la gente de cabo y la gente de remo. La gente de cabo era la gente de mar (curandero, contramaestre, piloto, timoneles, calafates, espalders y marineros) y la gente de guerra (infantería: capitán, sargento, artilleros, tambor y soldados). A parte de pajes y grumetes.

La gente de remo o chusma estaba constituida por los forzados y los esclavos del rey. Los forzados eran delincuentes condenados a las galeras por un número determinado de años, siendo el máximo 10 años, aunque podía ser aumentado por delito cometidos en la galera. Muchos procedían de presas de embarcaciones corsarias. Estos estaban condenados al remo toda su vida hasta que se les daba por inútiles, se hacía un intercambio o se daban a la fuga. Estaban permanentemente encadenados mediante un grillete en el tobillo. La chusma vivía, dormía, comía y hacía sus necesidades sin salir de la banqueta, especie de plataforma algo elevado sobre la cubierta de la cámara de boga y situada entre cada banco.

Galera

3-Capacidades operativas de las galeras.

Las galeras estaban constituidas para propulsarse por remos. Cada remo era manejado por varios hombres. La boga de cada remo era dirigida por el bogavante, remero más próximo a la crujía, un forzado veterano de buena estatura. El ritmo de la boga, fijado con el chifle del cómitre, era dirigido por los dos bogavantes más cercanos a popa, los espalderes.

Sin viento o con éste a favor, y bogando toda la chusma, se podían alcanzar los cinco nudos la primera hora, bajando en las siguientes el ritmo para mantener unos cuatro nudos. Con boga arrancada o pasaboga o boga a pasar el banco, se lograba pasar de los seis nudos, pero no podía mantenerse más de quince minutos. Normalmente se bogaba por cuarteles, utilizando los remos de la mitad de proa y de la mitad de popa, alternativamente, durante períodos de hora y media o dos horas. Este sistema permitía comer y descansar a la chusma.

Como todo buen capitán que no quería agotar a la chusma, reservaba sus fuerzas para casos de necesidad, excepto salidas y entradas, falta de viento o entrenamiento, se utilizaban las velas como medio de propulsión. Las velas o velas élficas, permitían ceñir mucho y ganar bastante velocidad. Sin embargo, la vela élfica era difícil de manejar, sobre todo con mal tiempo y con viento de popa, y la maniobra de virada peligrosa, máxime si se llevaban las dos velas, por lo que las galeras navegaban, excepto en caso de estricta necesidad, solamente con la de trinquete. Es más, si cambiaba el viento, mientras no desviase demasiado del rumbo, era preferible cambiar un poco el rumbo a tener que cambiar de banda la entena. Cuando se navegaba a remo, la vela trinquete se llevaba envergada y enjuncada, bastando un fuerte tirón de la escota para largarla. La vela mayor no se llevaba nunca envergada, pues pesaba demasiado. Por otro lado, contando con la chusma, el arriar la entena y envergar la vela podía hacerse con rapidez.

Detalle del ancla de la galera

Con mal tiempo, la galera tenía que buscar refugio en la costa pues corría el riesgo de quebrarse. Podía embarcar víveres para dos meses más había que hacer aguada cada semana. Y despalmarla cada mes para que no ofreciese mucha resistencia a navegar a remo.

En el combate, excepto cuando daba caza, la galera llevaba las velas desenvergadas para evitar que éstas fueran incendiadas y cayesen en llamas sobre la cubierta atestada de gente. Combatía dando la proa al enemigo, para poder usar la artillería y proteger a su gente con la estructura de la corulla. Su pequeño calado, alrededor de un metro, que tantas veces le sirvió para escapar de buques más poderosos, la hacían muy adecuada para misiones costeras.

Su punto débil era el costado, con los remeros y la guarnición poco protegidos, debido a la pequeña elevación sobre el agua de la cámara de boga. Aunque se intentaba proteger a la gente colocando empavesadas, tablas forradas de cuero, en los filaretes, esta protección sólo era útil contra embarcaciones de borda baja. Por otro lado, debido a su poca reserva de flotabilidad, un impacto a flor de agua de un proyectil de grueso o mediano calibre podía hundir la galera.

Fuente: Pedro Fondevilla Silva, capitán de navío y Ex Director Archivo Naval de Cartagena.

4-Los forzados o galeotes

cuatro erres esperan
al bien de mi vida
en llegando a la mar:
ropa fuera, rasura,
reñir y remar
citado por Quevedo en el Parnaso español.

Vida de galeote.

Diez años era pena máxima admitida para galeras, salvo los condenados a muerte, que eran destinados a boga de por vida. Los haradrim y númenóreanos negros cuyos bajeles son hechos presa cae sobre ellos una condena de por vida como galeotes. Los gondorianos traidores apresados de tal guisa tienen pena de horca. En necesidades de guerra cualquiera era la excusa para ir preso a galeras. Además, de que el mal comportamiento o resultar conflictivo siempre incrementaba la condena.

Plano de una galera

Los galeotes pasaban primero por trabajos en tierra firme (y siempre que había parones volvían a estos quehaceres), un pequeño adiestramiento y finalmente al banco de remo, siempre sin miramientos de ningún tipo, y con la cabeza rapada (a los haradrim se les permitía un mechón de pelo por sus creencias religiosas).

Así que, de repente, cualquiera podía verse en un mundo de apodos, asesinos, riñas a muerte, esclavos y rufianes de todo tipo en el que, para sobrevivir había que ser igual o peor que ellos y donde si te pasabas un pelo eras castigado por el rebenque del cómitre sin ningún tipo de miramiento. Y a veces, también aunque no te pasaras. Así mismo, los galeotes iban siempre aherrojados por parejas: gondoriano y haradan o númenóreano, ya que así resultaba más difícil conspirar.

Tareas y técnicas.

Al menos la mitad de los remeros debían ser galeotes veteranos y que conocieran a fondo el oficio. El remero de más a popa y al centro se denominaba espalder y era el que marcaba el ritmo de la boga atizado por el rebenque del cómitre. Además, el galeote situado más adentro en cada uno de los remos se denominaba bogavante y era, en realidad, el artífice de la maniobra, el único que sabía remar de verdad, mientras que sus compañeros de fila se limitaban a utilizar la fuerza bruta de sus brazos.

Plano de una galera

Aún así, pocos eran los que podían mantener un ritmo normal durante mucho tiempo, por ello, lo habitual era remar por cuarteles. Para ello, la palamenta se dividía, de proa a popa, en tres trozos o cuarteles, de modo que remaran alternativamente de uno en uno, mientras los otros dos descansaban. El remar calando toda la palamenta, es decir, con todos los remos a la vez, se reservaba para situaciones extremas como maniobras de combate, emergencias de toda índole, cazar una presa o correr un temporal.

Y sólo cuando se consideraba necesario por el mando disponer de la máxima velocidad de la galera se escuchaba la orden .

También se encomendaba a la chusma otras onerosas tareas: durante las primeras horas de la amanecida un grupo de forzados era desclavado de la blanca para ser dedicado a la limpieza de toda la inmundicia.

Alimentación e higiene de los galeotes.

La ración habitual del forzado era de dos platos de menestra (plato de habas o garbanzos cocidos con escaso condimento) al día y un trozo de bizcocho de harina al día. La famosa galleta de mar. Así que, los forzados también sufrían mucho al percibir los olores de otras comidas ricas y sazonadas que les llegaban a sus sentidos desde el fogón situado en la parte central de la nave.

Así mismo, se veían obligados a realizar sus tareas más pudorosas a la vista de todos y desde el mismo banco de la boga, o apoyados en la banqueta o remiche alzado cuando esto era posible, de forma que en ocasiones muchos se sienten incapaces de respirar.

Esa situación insalubre conllevaba además picaduras y contagios. Las moscas, chinches, piojos, pulgas e insectos de todo tipo pululan con absoluta libertad.

Y tan sólo para dormir se les permitía acurrucar el cuerpo en el remiche, una estrecha plataforma situada bajo cada una de las bancadas.

El cansancio y la locura hacían mella poco a poco del infortunado forzado. Y la huída era harto difícil por pasarse todo el día encadenados al banco de boga. ¡Y en la hostil alta mar! Los galeotes sarracenos lo tenían mejor teniendo en cuenta que podían ser liberados por los suyos tras un combate naval victorioso, si no perdían la vida en el embite, que también era muy normal.

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